Profesión de Fray Jhoeiner Ballesteros y Fray Omar Alcántara
Con gran alegría recibimos las Profesiones de Fray Jhoeiner Ballesteros y Fray Omar Alcántara celebradas en nuestro precioso Santuario de San Ramón (San Ramón, Lleida)
Crónica de fray Joaquín Millán:
No porque sea bastante frecuente, deja de ser pasmosa la participación en una profesión religiosa. Emitir los votos religiosos es algo asombroso, sobrehumano. Y la vivimos intensamente ayer en los pronunciamientos de fray Jhoeiner y fray Omar, venezolano y dominicano, rotundos como María, resueltos como Pedro Nolasco, osados como Ramón Nonato.
El 1 de septiembre, a las 12:35, nos puso en trance la llamada de Antonia: «Vamos a contemplar cómo dos jóvenes quieren decir sí a Cristo siguiendo las huellas de san Pedro Nolasco». Y para subrayar el anuncio, entraron los dos novicios a cruz alzada, arrullados por las volutas del incienso, cortejados por un gran número de hermanos, provectos unos, bisoños la mayoría, todos unidos en la misma coyuntura: «acompañando con nuestras oraciones -proseguía la monitora- hechas comunión fraterna, bajo la mirada maternal de santa María, nuestra Madre de la Merced, que nos viste con su blanco escapulario y nos cubre con su amor y ternura de Madre y Protectora».
Que tal sentimos, lo expresamos con el canto emocionado, que no todas las gargantas pueden proclamar con propiedad: «Madre nuestra de Mercedes, fundadora celestial, tended a estos vuestros hijos vuestro manto maternal». Y se posicionan en torno a Jhoiner Ballesteros y Omar Alcántara, los novicios Víctor Macario y Carlos Ordoñez; los profesos Rubén Darío, Jonny A. Chacon y Alejandro Treviño; los diáconos Dinis Inácio y Alveu Jacinto; los sacerdotes José Antonio Lacasa, Cristian Peña, Paco Sanz, Jesús Roy, Pons Capell, Luis Calleja, Francisco Marín, Joaquín Millán y Luis Mejía; y los provinciales Justo Linaje, de Castilla y José Juan Galve, de Aragón.
El padre José Juan perfuma el altar del Sacrificio único que hoy actualizamos con Jhoeiner y Omar. Luego su palabra nos pone en presencia del Señor como pecadores y nos aúna en el gozo del Gloria a Dios en el cielo. Sí hay motivos para glorificarle y darle gracias.
La Monitora anuncia la Palabra rica, abundosa:
«Del Jeremías, que es tocado en la boca, porque el muchacho irá a donde sea enviado. Del Salmista, que anuncia quebrantamientos de cerrojos y destrozos de puertas de hierro. Del apóstol Pablo, que testifica cómo Dios se vale de lo más necio y débil. Del apóstol Juan, que reclama amor sobre amor».
Nos la han proclamado: hermana Joana Macuva, David Gargante, fray Jonny A. Chacon, Ruth Espinosa y fray Joaquín Millán.
Con todos estos ramilletes bíblicos el P. José Juan ofrece una ajustada reflexión para los dos elegidos, para los religiosos, para los fieles:
«Bienvenidos todos. Los dos habéis tenido un año distinto: Dios os arrancó de vuestro ambiente, porque os quería para él; pero os regaló una comunidad que os ha mimado, unos vecinos que os han amado como de casa. Dios a todos nos ha escogido y nos ha congregado bajo el amparo de una Madre. Somos criaturas de Dios, y de barro, débiles, pero nos cuida. Recordad los dos, recordemos todos, que nuestro compromiso es de mercedarios, es decir de empeño con los pobres, los más últimos. Dios, María y san Ramón nos protejan a los dos y a todos»
Hemos llegado a lo más importante. Nos advierte la Monitora: «Vamos a ser testigos de cómo dos jóvenes van a comprometerse con Dios. Cosa grande».
Llama el padre Luis, como maestro. Y los dos candidatos se aprestan, puestos en pie: «Aquí estoy, Señor; Tú me has llamado».
El padre José Juan les interroga acerca de sus intenciones, y ambos ratifican: «Queremos ser miembros de esta Orden de la Virgen María de la Merced, teniendo como guía y modelo a san Pedro Nolasco. Queremos abrazar la pobreza, la castidad, la obediencia. Queremos emitir el Cuarto voto, ofrecer nuestra vida a imitación de Cristo redentor».
Luego de la oración, impetrando para los candidatos guardar los consejos evangélicos en nuestra Orden, fray Omar ante el padre Justo, y fray Jhoiner ante el padre José Juan juran, observar la Regla de san Agustín y las Constituciones de la Orden… firmando con decisión, atestando los padres Francisco y Luis.
Luego ambos superiores mayores visten fray Omar y a fray Jhoiner el hábito de profesos y les entregan los textos de la Regla y las Constituciones.
Se prodigan los abrazos y felicitaciones, mientras el coro canta: «Como el Padre me amó, yo os he amado…» ¡Qué verdad tan enorme!
Y nos fundimos en la oración de la asamblea: «Por la Iglesia, el Papa, los dos profesos, los marginados…», según va enunciando la voz cándida de Ruth Espinosa.
Hay que poner sobre el altar los compromisos, los gozos, el pan y el vino, los perfumes del incienso… mientras cantamos: «Me has seducido, Señor, y me dejé seducir. Y discurre la celebración, que yo imagino con todos nuestros Santos asomadas desde allá arriba, con fray Tony y fray Nelson en primera fila».
El coro canta: «Llévame donde los hombres necesitan tus Palabras, donde falte la esperanza, la alegría, por no saber de Ti».
Y siempre hay unas palabras finales, que no son finales sino nueva cita:
El padre Justo muestra su agradecimiento por los dos jóvenes profesos, por la provincia de Aragón, por la Comunidad que los ha acompañado, por el pueblo que los ha hecho suyos. Felicidades para todos.
Fray Omar se arranca con la palabra profética: «proclama mi alma la grandeza del Señor… Soy muy feliz, porque el Señor me ha favorecido. Doy gracias encarecidas a mi familia, a mi vicaria del Caribe, a mi provincia de Castilla, a esta comunidad que nos ha mimado (incluso esperándonos cada lunes para cenar juntos, aunque fuera muy tarde), a la provincia de Aragón, a los pueblos de nuestra demarcación parroquial. Me voy más grueso porque Marbellís nos ha alimentado sobradamente. Prometo volver a esta casa».
Fray Jhoeiner: «Buenas tardes. Gracias a Dios por su bondad. Es un honor de nuestro pueblo venezolano con el que he caminado desde niño en brazos de María apoyado por el padre Ponç Capell. Me entrego gozosamente a Cristo. Doy las gracias a los religiosos de la comunidad y a los que nos dejaron en el camino fray Tony y fray Nelson. Gracias a los pueblos. Dios os ama mucho, con locura».
El padre Francisco da las gracias, pide que Dios, María y San Ramón lleven a los dos de la mano. Termina invitando a los asistentes para compartir un rato de amistad en el claustro.