La Virreina rememora la Capilla Gitana que pintó Helios Gómez en La Modelo
Una de las celdas de La Modelo de Barcelona fue convertida en Capilla, la conocida «Capilla Gitana», en homenaje al mercedario Bienvenido Lahoz
Hasta el pasado domingo 7 de febrero, el centro cultural La Virreina de Barcelona expuso una reproducción de la Capilla Gitana dentro de la exposición «Días de ira. Comunismo libertario, gitanos flamencos y realismo de vanguardia».
En la exposición se repasa la obra a modo de homenaje al pintor, cartelista y poeta gitano Helios Gómez (Sevilla, 1905 – Barcelona, 1956), un artista realista, populista, y al mismo tiempo, vanguardista que estuvo preso en La Modelo. El cierre del centro penitenciario en 2017 colocó a este histórico recinto de la ciudad condal en primera línea mediática y seguramente te puede sorprender saber que una de sus celdas fue convertida en Capilla, la conocida «Capilla Gitana», en homenaje al mercedario Bienvenido Lahoz.
Conocido y desconocido a la vez, Helios Gómez (Sevilla, 1905 – Barcelona, 1956) es, como ha dicho el comisario de la muestra, Pedro G. Romero, «un artista de trayectoria singular, que se reconocía como sevillano, gitano y barcelonés, y estaba inscrito en algunas de las más interesantes redes de creación de su tiempo».
Una vida dedicada a la prisión
En el año 1941 los mercedarios enviaron a la prisión a un hombre que iba a convertirse en otra institución, ganándose el respeto de los más encarnizados anticlaricales y su cariño. Nos referimos al Padre Bienvenido Lahoz, un hombre con alma de campesino, con un corazón como un castillo y una generosidad a prueba de ingratitudes y engaños.
La figura del padre Bienvenido Lahoz, cubierta su cabeza con la capucha blanca de su hábito mercedario, llegó a hacerse típica, no sólo en la Modelo sino también en numerosos comercios de Barcelona a los cuales acudía a pedir para «sus» presos. Sus deudas se convirtieron en antológicas, hasta el punto que la Orden le llamaron a capítulo más de una vez para reprocharle, no su caridad, sino su exceso de buena fe. Las obras que inició, con mejor o peor fortuna, a favor de los presos y de sus familias, permanecen como ejemplo de cristianismo vivo para las nuevas generaciones.
Avanzado a sus tiempos
Llegó a la prisión cargado de ideas y de entusiasmo. Fue un hombre avanzado a sus tiempo, así lo demuestran iniciativas nunca vistas antes como cuando empezó a organizar unos cursillos entre los presos y confeccionó una lista de todos los que tenían título académico o una profesión liberal, para que cada uno expresara sus opiniones y sus dudas en materia religiosa.
Una vez jubilado como capellán en activo, siguió siendo amigo y confidente de todos cuantos acudían al convento mercedario de Barcelona, en busca de consejo o de ayudas de muy diverso género. Su caridad no menguaba con los achaques e inoportunidades de la vejez. Mantuvo su lucidez intelectual hasta el final.
Andreu Panicot