La plaza de la Merced, una gran desconocida para los barceloneses
El día de la Merced es una jornada especial para toda Barcelona, pero lo es aún más para un rincón concreto de la ciudad: la plaza que lleva el nombre de la patrona. Como cada 24 de septiembre, la misa en la basílica y el cortejo de autoridades revolucionarán por unas horas este espacio al sur del Gótico. Pero, más allá de los focos de este día, como es la vida en una plaza que, según algunos vecinos, es una gran desconocida para los barceloneses?
La historia
A la Virgen de la Merced, hace más de tres siglos que se la considera patrona de Barcelona, tras desbancar Santa Eulalia. Pero hace muchos menos, sólo 38 años, que se abrió una plaza con el nombre de Mercè. Fue en 1981, cuando se derribó toda una manzana de edificios para crear el espacio. Los edificios que ocupan ahora la Capitanía General, el rectorado de la Pompeu Fabra y el Registro Civil ganaron perspectiva, pero sobre todo lo hizo la gran protagonista de la plaza: la basílica de la Merced.
El rector actual es Fermín Delgado, en el cargo desde diciembre pasado y, por tanto, vivirá su primera Merced. «Imagino mucha afluencia de feligreses y de la ciudadanía», explica. Y al mismo tiempo reconoce que el resto del año los asistentes a las misas diarias no son tantos como le gustaría.
La vecindad de la basílica con el Registro Civil produce una de las imágenes curiosas en la plaza. «Hay personas que se casan por lo civil y luego vienen a hacerse las fotos delante de la fachada», asegura el padre Fermín. «Que se llevan un buen recuerdo», se resigna.
Una patrona desapercibida
La de la Merced es una plaza con pocos vecinos. La mayoría de edificios, grandes fincas del siglo XIX, están ocupados por instituciones. Para encontrar vecinos vinculados al espacio, hay que buscarlos en las calles adyacentes. Fernando Alonso, que vive en la calle de Simón Oller, atribuye a esta falta de vecindario que la plaza sea poco conocida. «Preguntas a cualquiera y no la saben colocar en el mapa de la ciudad», asegura, «y es insólito porque al final es la patrona!». El encarecimiento de los alquileres, la presencia de captadores de clubes cannábicos o la falta de espacios verdes son otros problemas que enumeran los que conviven con la Mercè más de un día al año.