Alberto Vera: “El Papa es un catalizador de reconciliación»
El obispo misionero de la diócesis mozambiqueña de Nacala analiza la huella de la peregrinación de Francisco al continente negro
Alberto Vera es uno de los 91 misioneros españoles en Mozambique. Nacido en 1957, este mercedario riojano es obispo de Nacala. Ha recibido a Francisco como representante de 2,5 millones de personas, el 95% de las cuales son de etnia macua. Vida Nueva ha hablado con este pastor encarnado en la periferia.
PREGUNTA.- ¿Cómo valora la visita del Papa, y más en un momento en el que, tras los acuerdos del 6 de agosto, parece apuntalarse la apuesta por la paz?
RESPUESTA.- El viaje lo ha marcado la firma previa de este tercer acuerdo de paz entre el FRELIMO y la RENAMO [enfrentados en la guerra civil que asoló el país entre 1977 y 1992]. También se ha dado en plena campaña de unas elecciones generales.
La presencia del Papa ha sido un catalizador para dar importancia a lo clave en la vida del pueblo: vivir la paz y la reconciliación, desde un hálito fuerte de esperanza. Ha hablado claro y ha llamado a cada cosa por su nombre. Al Gobierno le ha hablado de corrupción, de abuso de poder y de enriquecimiento rápido en un país en el que la mayoría vive en la pobreza. A todos nos ha pedido que nos centremos en nuestra vida y en nuestra responsabilidad.
P.- Qué Mozambique se ha encontrado Francisco respecto al que abrazó Juan Pablo II en 1988?
R.- Entonces, en plena guerra, no quedaba nada en pie, el pueblo padecía un sufrimiento constante y prevalecían la destrucción, la violencia y la muerte. Hoy hay unas estructuras básicas y un cierto progreso. La población se ha triplicado en este tiempo, pasando de 10 a 28 millones. El 60% son jóvenes menores de 20 años. Lo negativo es que este crecimiento se ha dado en un ambiente de corrupción, de robo constante de las riquezas de este pueblo.
Percibido cómo, por la inestabilidad generada por los enfrentamientos, ha habido en los últimos 12 años un retroceso económico. Hace tres años aparecieron unas deudas ocultas y estas han paralizado el desarrollo, afectando a toda la nación. También es muy perjudicial la situación en Cabo Delgado, al norte, donde un grupo desconocido impulsa la violencia y ya hay más de 200 víctimas, con muchas aldeas quemadas. Sin olvidar los dos grandes ciclones de este año, el Idai y el Kenneth, que han afectado a dos millones de personas. Mi conclusión es que este es un país a la vez muy rico y muy pobre. Su riqueza está en manos de unos pocos, explotada por unas multinacionales que no repercuten en el pueblo sencillo.
P.- Los jóvenes han saludado al Papa al grito de “reconciliación”. ¿Esta generación logrará encarnar la paz?
R.- Fue un encuentro fantástico. En pocos minutos, con su teatro y su música, le mostraron al Papa la realidad viva del país, desnudando la violencia, la corrupción, las deudas… Todo lo que el pueblo está sufriendo, y delante de los líderes políticos. Lo tienen difícil, pues la mayoría son excluidos. El Papa les regaló un mensaje espectacular, marcado por la esperanza, pidiéndoles que caminen juntos pese a la oscuridad y que se levanten cuando caigan.
P.- ¿Cómo acompaña la Iglesia este proceso y apuntala los derechos esenciales?
Es un trabajo desbordante en la pastoral, en la educación, en la salud…La pobreza es extrema, pero sentimos que aquí vive Dios. Esto es Galilea.
R.- ¿Qué ha supuesto para usted el encuentro con Francisco?
Me ha emocionado con su sencillez. Y me ha confirmado en mi ministerio de pastor siempre en misión, con este pueblo que nos habla de Dios en el encuentro con nuestros hermanos pobres. Los mismos que te llegan y te dicen que han tenido una mala cosecha y que van a pasar hambre, pero que sonríen porque saben que Dios está con ellos.